jueves, 27 de agosto de 2009

Sahm... una pregunta...

Nunca puedo llegar a tiempo al laburo, es una de esas poquísimas cosas que son ciertas en mi vida.

Tal como que mis dedos son largos, mi paciencia de dudosa calidad y cantidad, la tana sangre que llevo en mis venas, otra de las cosas que me describe es esa impuntualidad laboral que raya en la insolencia.
Y no es que sea irresponsable, no!. Por el contrario, me tomo muy en serio mi trabajo por menos aporte a la humanidad que este brinde y escaso estatus económico y social que pueda aportar. Es solamente que son mas fuertes que yo el viscoso letargo de mis despertares y la imposibilidad de acelerar el ritmo antes de las diez de la mañana.
Llego corriendo, con el último aliento de haber tirado el pucho antes de subir, pudiendo acortar la pausa de tabaco antes de mi próxima salida.
Abro mi notebook y aparece invariablemente, antes de que pueda leer el primer mail de mi bandeja de entrada - aquel que esparce un leve rayo de luz sobre el tema a tratar en esa reunión a la que llego tarde -, mi compañero el preguntador compulsivo.

La rutina es difícil, de puro repetirse, aburre. Pero aquel balbuceo matinal, casi martillea mi cabeza cuando escucho el emblemático: "- Sahm, una pregunta..."
Créanme cuando les digo, que no me molesta en lo mas mínimo resolver las inquietudes de mi entorno por mas banales que estas sean. Es mas, casi disfruto de ese segundo de protagonismo donde yo y únicamente yo sé por un momento cómo se usa el control de cambios de un documento en MS Word...
Este preguntador compulsivo va mas allá de cualquier consulta mediocre o terrenal. Es por eso que a la tan mentada frase inicial le siguen cosas como: -"Es 10,5... o no?" ó "-Tenés que ir al B A I?" ó "-Necesito sólo esta autorización o pido otra a Garcia"ó "-Como es el tema de Haifa?", así de literales, sin el mas mínimo contexto, sin un despreciable marco de referencia a esa universalidad que existe cuando no dijiste nada antes.
Yo lo miro fijo, con los ojos entrecerrados... tratando de imaginar un espacio tiempo donde ese tipo de preguntas son posibles y al mismo tiempo yo puedo conocer la respuesta.
Me barre la somnolencia arrastrándome en un mar de dudas apenas cuando estoy tratando de despabilarme.

Las primer semana respondí con un esbozo de tratar de entender qué me quería decir finalmente y poder ayudarlo en sus cuestionamientos, tratando de ahondar en el tema en el que seguramente estaba tan inmerso que resultaba una obviedad. Entre los fracasos de esa semana podría contar algunos "- Ahhhh, no! deja! Ya se!", varios "-Ehhhhmmmm, no importa, yo me arreglo", y un "- Ahhhh, no! me equivoque de persona".

Soy bastante sensible a la experiencia, al menos a la mayoría de ellas, con lo que después de estos fallidos, me las arreglo para seguir mirándolo fijo, con el ceño fruncido en actitud de reflexión mientras pienso:

"-Sahm, una pregunta: Hacia donde se dirige tu vida? Cual es el sentido de la existencia? De qué podría arrepentirme cuando sea vieja y mire la película completa?"

Un buen día, tal vez me contente con entender qué dice el pibe y resolverle alguna duda.