Se termina el año, y quien sabe por qué se originó la costumbre, la gente de las oficinas va tirando papelitos desde las ventanas de los edificios. Me imagino los barrenderos, tan contentos deben estar, con las ganas que uno tiene de laburar como loco un 31.
Mientras caen de a poquito, como pesados, empiezo a darme cuenta que el año durará como mucho hasta mañana. Ustedes pensarán: "¡Ya era hora flaca que te dieras cuenta!"
Y sí, tienen razón.
Lo que pasa es que cuando empezó parecía que iba a durar mucho tiempo, que iba a tener listas todas aquellas cosas que me juré retomar en la cena de fin de año con firme convicción. Aunque me las había prometido antes de la tercer copa de aquel maderoso cabernet, como para asegurarme de recordarlo.
Digamos que este fin no me enorgullece si pienso en que aquellas promesas:
Lejos de adelgazar, me cargué como seis kilos mas. No hice ni la mitad de la actividad física que me propuse hacer, ni ordené aquellas cajas de boludeces que uno guarda por las dudas y que habría que tirar.
Ahora bien, si voy un poco mas profundo en el balance empieza a no irme tan mal.
Si veo mi mirada, encuentro la fe en el futuro: mañana, pasado seré mas sabia y mas blanda de lo que soy ahora.
Si miro a mi alrededor conservo los abrazos que necesito y atesoro aquellos que pude tener y ya no tengo.
Si me miro al espejo, me sigo reconociendo a pesar de los años en la niña que soñaba soñar.
Si miro mi alma, aun puedo amar como merezco y como me gusta.
Si quedo en silencio, puedo sentir la paz que me procuro.
Y también me sale el sol.
Voy a pensarlo dos veces antes de proponerme algo mas sencillo que esto para el brindis.
Feliz Año Nuevo!!
MATE- N- ME
Hace 8 años